La nueva ley no fija límite de edad, pero exige a los menores que quieran morir una "capacidad de discernimiento".
Doce años después de haberse convertido en uno de los pocos países europeos que reconocen la eutanasia, Bélgica decide este jueves si extiende el derecho a una muerte asistida a los menores de edad. Aprobado ya en el Senado y la comisión de Justicia en el Parlamento, y contestado en la calle por buena parte de los pediatras y numerosas asociaciones civiles y religiosas, existe mayoría de legisladores a favor del controvertido texto, que permitirá a menores con enfermedades crónicas y dolorosas decidir sobre su propia muerte.
En virtud de la ley que, con toda probabilidad, aprobará el Parlamento belga (con apoyo de socialistas, liberales, ecologistas y nacionalistas flamencos) este jueves, cualquier menor de edad podrá solicitar al médico, con acuerdo escrito de sus padres o guardianes legales, que ponga fin a su vida. El consentimiento de los padres, pues, ha de ser expreso, aunque algunos grupos de la izquierda lucharon durante la tramitación de la ley en el Senado por liberar a los padres "de una carga tan pesada" como la de aceptar la muerte de un hijo y permitir que bastara con que no se opusieran y que así el acuerdo se redujera a "relación bilateral entre médico y paciente". La propuesta, sin embargo, no fructificó.
Bélgica se convertirá así en el segundo país, después de Holanda, que autoriza la eutanasia para menores. La diferencia entre los países vecinos, sin embargo, radica en que mientras que la ley holandesa prevé un mínimo de doce años para tomar una decisión similar, la belga no fija un mínimo de edad, sino que exige, de forma genérica, a que el menor tenga "capacidad de discernimiento" para que pueda acogerse a su derecho a una muerte asistida.
De ahí que el aspecto más peliagudo del texto sea quién y cómo valora la clarividencia de un menor, especialmente si se enfrenta a una patología grave e incurable que le cause un sufrimiento físico (el dolor psíquico está excluido de la ley). En principio, los legisladores solucionan la cuestión al exigir una evaluación rigurosa del menor por parte de "un equipo multidisciplinar". Aun así, los grupos políticos de conservadores y demócrata cristianos, lo mismo que las asociaciones que han organizado numerosas movilizaciones durante los últimos días, alegan que la ley adolece de "nociones imprecisas y falta de rigor".
Durante el debate de este miércoles, el padre de la ley, el socialista y médico de formación Philipe Mahoux, calificó éste como un paso de "naturaleza humanista" destinado a responder a la demanda de pediatras y enfermeros que se enfrentan al "sufrimiento insoportable" de los niños y “no pueden hacer nada por ellos sin incurrir en una ilegalidad”.
Sin embargo, su opinión ha sido contestada con estruendo por medio centenar de pediatras que esta semana afirmó en una carta que "en la práctica, nunca jamás se ha presentado la solicitud, espontánea o reflexionada, de eutanasia por parte de un menor". "Ningún niño quiere morir. No quiere sufrir o que sus padres sufran, pero no es lo mismo", declaraba esta semana la liberal Marie-Christine Marghen, que reconocía en el periódico La Libre Belgique que votaría no.
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