miércoles, 20 de noviembre de 2013

UBUNTU

UBUNTU: “Yo soy porque nosotros somos”. Brevísimo excurso sobre la necesidad de un despertar occidental al sentido de la precariedad del otro.


Un antropólogo occidental propuso un juego a los niños de una tribu africana. Puso una cesta llena de frutas junto a un árbol y dijo a los niños que aquél que llegara primero hasta ella se quedaría con todas las frutas. Cuando llegó el momento de la salida, a la señal, todos los niños se tomaron de las manos y avanzaron juntos, esperando y ayudando a los rezagados para, finalmente, llegar unidos hasta la meta, sentarse y compartir el premio.
El antropólogo, muy sorprendido, les preguntó el porqué de su actitud (“uno solo podría haber vencido y quedarse para sí todas las frutas”), y éstos le respondieron: “(UBUNTU), cómo podría alguien ser feliz si todos los demás están tristes”.

 ¿Qué significa UBUNTU?

 (in memoriam: sit tibi terra levis, madiba)

UBUNTU es una filosofía sudafricana vinculada a la solidaridad y a la comunidad. El término proviene de las lenguas zulú y puede traducirse como “yo soy porque nosotros somos”.
Desmond Tutu (Premio Nobel de la Paz en 1984 por su lucha anti-apartheid) lo resume del siguiente modo:

“Una persona con UBUNTU es abierta y está disponible para los demás, los respalda, no se siente amenazado cuando otros son capaces y buenos en algo, ya que está seguro de sí y sabe que pertenece a la comunidad toda, que el dolor y el sufrimiento de los demás lo disminuyen irremediablemente”.

Esta idea de “comunidad” contenida en la noción UBUNTU nos habla de una idea extensa de “humanidad” entendida como un todo interconectado. Como decíamos más arriba, la palabra forma parte de la expresión zulú “umuntu ngumuntu ngabantu”, que significa que “una persona es humana por razón de las demás personas”. Como vemos, se trata de una filosofía muy alejada tanto del individualismo político y económico liberal como del individualismo metodológico de cierta ciencia social. Y es que UBUNTU abre el camino hacia una consideración de lo humano como algo recíproco e intrínsecamente vulnerable; y a la precariedad, como un rasgo ontológico de lo que lo humano es,donde la vida (hete aquí nuestra propuesta) implica toda una red de inter-dependencias: de redes y condiciones sociales. Nuestra obligación moral para con los otros lo es, entonces, para con nosotros mismos, y surge de la idea de que no puede haber vida (humana) sin condiciones sostenedoras y que esas condiciones son una responsabilidad política y ética. Todos estamos sometidos unos a otros, todos somos vulnerables a la destrucción por los demás —salvo en la fantasía militarista— y, en consecuencia, todos estamos necesitados de protección mediante acuerdos (Estados de Bienestar, Derechos Sociales, Servicios Sociales, Acuerdos internacionales) basados en el reconocimiento de esa precariedad compartida. Todos somos, pues, por los demás, y en tanto que tales, humanos, estamos todos necesitadas de protección contra la violencia, el hambre, la enfermedad y el absurdo de la existencia.
Es por ello que hoy, cuando el egoísmo económico y el “sálvese quien pueda neoliberal” pretenden imponerse, se hace más necesario que nunca recordar las palabras que John Donne dedicara a occidente:

“Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada ser humano es un pedazo del continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia; la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a a humanidad; y por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas; doblan por ti”


John Donne

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