UBUNTU: “Yo soy porque nosotros somos”. Brevísimo excurso sobre la necesidad de un despertar occidental al sentido de la precariedad del otro.
Un antropólogo occidental propuso un juego a los niños de
una tribu africana. Puso una cesta llena de frutas junto a un árbol y dijo a
los niños que aquél que llegara primero hasta ella se quedaría con todas las
frutas. Cuando llegó el momento de la salida, a la señal, todos los niños se
tomaron de las manos y avanzaron juntos, esperando y ayudando a los rezagados
para, finalmente, llegar unidos hasta la meta, sentarse y compartir el premio.
El antropólogo, muy sorprendido, les preguntó el porqué de
su actitud (“uno solo podría haber vencido y quedarse para sí todas las
frutas”), y éstos le respondieron: “(UBUNTU), cómo podría alguien ser
feliz si todos los demás están tristes”.
¿Qué significa UBUNTU?
(in memoriam: sit tibi terra levis, madiba)
UBUNTU es una filosofía sudafricana vinculada a la
solidaridad y a la comunidad. El término proviene de las lenguas zulú y
puede traducirse como “yo soy porque nosotros somos”.
Desmond Tutu (Premio Nobel de la Paz en 1984 por su lucha
anti-apartheid) lo resume del siguiente modo:
“Una persona con UBUNTU es abierta y está disponible para
los demás, los respalda, no se siente amenazado cuando otros son capaces y
buenos en algo, ya que está seguro de sí y sabe que pertenece a la comunidad
toda, que el dolor y el sufrimiento de los demás lo disminuyen
irremediablemente”.
Esta idea de “comunidad” contenida en la noción UBUNTU nos
habla de una idea extensa de “humanidad” entendida como un todo interconectado.
Como decíamos más arriba, la palabra forma parte de la expresión zulú “umuntu
ngumuntu ngabantu”, que significa que “una persona es humana por razón de las
demás personas”. Como vemos, se trata de una filosofía muy alejada tanto del
individualismo político y económico liberal como del individualismo
metodológico de cierta ciencia social. Y es que UBUNTU abre el camino hacia una
consideración de lo humano como algo recíproco e intrínsecamente
vulnerable; y a la precariedad, como un rasgo ontológico de lo que lo humano es,donde
la vida (hete aquí nuestra propuesta) implica toda una red de
inter-dependencias: de redes y condiciones sociales. Nuestra obligación moral
para con los otros lo es, entonces, para con nosotros mismos, y surge de la
idea de que no puede haber vida (humana) sin condiciones sostenedoras y que
esas condiciones son una responsabilidad política y ética. Todos estamos
sometidos unos a otros, todos somos vulnerables a la destrucción por los demás
—salvo en la fantasía militarista— y, en consecuencia, todos estamos
necesitados de protección mediante acuerdos (Estados de Bienestar, Derechos
Sociales, Servicios Sociales, Acuerdos internacionales) basados en el
reconocimiento de esa precariedad compartida. Todos somos, pues, por
los demás, y en tanto que tales, humanos, estamos todos necesitadas de
protección contra la violencia, el hambre, la enfermedad y el absurdo de la
existencia.
Es por ello que hoy, cuando el egoísmo económico y el
“sálvese quien pueda neoliberal” pretenden imponerse, se hace más necesario que
nunca recordar las palabras que John Donne dedicara a occidente:
“Nadie es una
isla, completo en sí mismo; cada ser humano es un pedazo del continente, una
parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda
disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la
tuya propia; la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a
a humanidad; y por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las
campanas; doblan por ti”
John Donne
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